Por: Aliskair De La Hoz
@aliskaird
El film cuenta la historia de Gary Hart, senador de Estados Unidos y que fue en los años 80 una de las personas que mejor encajaban en eso que allí llaman ‘presidenciable’: tenía las ideas, el carisma y el porte para ser presidente de Estados Unidos.
Le faltó que la prensa, en una decisión que cambiaría el periodismo político para siempre, evitara publicar
una de sus infidelidades. Ocurrió en 1987, cuando se postulaba como candidato
demócrata a las elecciones. Y esa es la historia que cuenta el film protagonizado
por Hugh Jackman quien realizó un gran trabajo con
el cineasta y guionista Jason Reitman.
Hoy día, y no como en el primer lustro de los 80, el
enfoque es distinto, el de los amarres, de los grupos, de los partidos, de los
nombres, de lo que hay detrás, pero no, de las ideas, de las propuestas, de lo
que realmente importa en una empresa que busca apalancar el desarrollo de los
que, gracias a la democracia, deciden otorgarles la posibilidad de hacerlo posible.
Hugh Jackman afirmaba,
después de conocer la vida del senador Gary Hart que, si John F. Kennedy fuera
hoy presidente de Estados Unidos, sus romances
acapararían los titulares. Pero nadie en la prensa los consideró entonces
hechos noticiosos. Todo cambió en 1987, cuando la relación extramatrimonial del
senador Gary Hart desbarató su candidatura a la presidencia. “Antes de ese momento, los políticos y los
periodistas socializaban”. “El film
no trata de darte una respuesta sobre si la prensa se pasó o no”,
apunta Hugh Jackman. Pero fuera de la pantalla, Jackman sí lo dice: La forma en la que tratan a su pareja va a ser la
forma en la que traten a su país. Y eso está bien saberlo”.
Gary Hart se vio obligado después de publicada una fotografía con su
amante, una modelo de 28 años, a renunciar a sus aspiraciones. Pero lo que
queda de esto, es lo que dijo en el momento de acabar con sus aspiraciones ser
nominado por los Democrátas a la presidencia, algo que quiero quede en el consciente
general:
“En la vida pública algunas cosas
pueden ser interesantes, pero no significa que sean verdaderamente importantes,
personas que buscan un trabajo, sus hijos quieren educación, mientras que el
resto no quiere morir por armas nucleares. Todos tendremos que cuestionar el
sistema para elegir a nuestros líderes, con periodistas tras los árboles,
fotográfos espiando por las ventanas que reducen a la prensa a cazadores y a
los candidatos a presas.
Después de lo cual, los expertos se preguntan
con falsa seriedad, por qué algunas de las mejores personas deciden no
postularse a cargos públicos.
La política está al borde de convertirse en
otra forma de competencia atlética o deporte. Será mejor que hagamos algo para
que el sistema funcione, o pronto estaremos parafraseando a Jefferson, quien
dijo; “Tiemblo por mi país cuando pienso que podríamos tener los líderes que
merecemos”.
Muchas
veces hemos dicho que la política y las campañas especialmente, se han
convertido en un circo, un espectáculo, una disputa, pero no en un propósito,
en el que un líder imprime entusiasmo en su colectividad para que, juntos,
hagan posible lo realizable.
Pero no,
hoy día la clase política, les da la espalda a los suyos y a sus críticos, si lo
que sucedió con Gary Hart pasara hoy, como ha sucedido con Donald Trump, para seguir
ejemplarizando la política de Estados Unidos, todo sería una empresa de
noticias falsas, de montajes y hasta ahí llega el papel de los periodistas.
Pero no tendremos
aún, una sociedad que enfrente a sus políticos cuando los escándalos van más
allá de lo personal y las actuaciones en sus funciones afectan aún más el
interés de todos.
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