En un oficio dirigido al Presidente Juan Manuel Santos, el ex candidato a la gobernación del departamento manifiesta el temor por las amenazas contra su vida, que, según él, provienen de un sector político.
Señor Presidente:
He decidido hacerle entrega personal de esta misiva, haciéndolo, con todo respeto, depositario de la denuncia sobre lo seriamente amenazado de muerte que vivo en mi tierra, La Guajira, desde meses antes de que concluyera el debate electoral del 30 de octubre pasado.
En el transcurso de los últimos ocho meses, son muchísimos más los amigos y allegados que, por rumores y conversaciones de terceros, han conocido del tema y ante el fuerte cotilleo me entregan profusa información y me recomiendan que me cuide de un atentado contra mi vida. ¡Hoy son mucho más fuertes que ocho meses atrás los rumores sobre órdenes dadas a sicarios para que me maten!
No soy hombre de odios ni rencores. No tengo enemigos por motivos personales —y tampoco los reconozco—. Y es por ello que dejo constancia ante usted de que son motivaciones netamente políticas las que apuntan a tales amenazas, que de otra manera no alcanzo a explicarme.
La sangre fría, el sobre-seguro y la crueldad con que actúan los asesinos a sueldo, me obligan a distanciarme de ciertos sitios y de ciertas reuniones que para mí eran parte de mi cotidianidad. Ante estos hechos me he visto abocado a apegarme a un riguroso esquema de seguridad, a restringir mi libertad de movimiento y a contrariar mi esencia de hombre público y servidor.
Difícil situación para mí, que nací en La Guajira, que sólo salí de ella para formarme como médico —a especializarme en recibir y salvar vidas—, que regresé a La Guajira para servirle y que acaricio el inmenso sueño de morir de muerte natural, de viejo, sirviéndole a mi tierra.
Señor Presidente: tras haber cesado mis labores en junio de 2010 como Representante a la Cámara, Corporación dentro de la cual me desempeñé como Presidente de la Comisión Quinta y Vocero del Partido Conservador, decidí someterme al proceso político que, a finales de octubre de 2011, eligió autoridades regionales en todo el país y lo hice confiado en las reglas que establece la democracia, bajo sus teorías y sobre sus prácticas de respeto y solidaridad, con libertad, con autonomía ciudadana y sin la presencia ni la presión de la fuerza bruta o de las armas. Aspiré a la Gobernación de mi Departamento, apoyado por una coalición conformada por casi todos los partidos políticos colombianos, trabajando contra viento y marea durante diez meses seguidos, sin descanso. Sin embargo, como es de todos conocido, los resultados electorales no me favorecieron. Sí, durante diez meses trabajé limpia y dignamente todo lo que tenía que trabajar, a pesar de la persistencia de rumores ya crecientes de acciones programadas contra mi integridad física y afrontando el sicariato moral aupado por mis enemigos políticos, quienes armaron un complot y denuncias ante autoridades electorales y demás de orden nacional —muchas de ellas totalmente desquiciadas y enlodando a ciudadanos decentes y de digno proceder, cuyo único ‘delito’ ha sido apoyar el proyecto político que este servidor representaba—. Este proceso avieso, perverso y mal intencionado aún no se detiene y sigue atentando contra mí, mintiendo, difamándome, calumniándome…
El mismo 30 de octubre, Señor Presidente Santos, tras conocer el desenlace adverso a mis aspiraciones y agradecerle a Dios por su acompañamiento y la fortaleza que me inculcaba, acepté gallardamente los resultados, al tiempo que solicitaba a mis seguidores —¡más de 106 mil ciudadanos guajiros que concurrieron libremente a las urnas y votaron por mí!— que, como yo, aceptaran esos resultados y siguiéramos en paz, trabajando en equipo por La Guajira. Hasta me brindé para que se aprovechara, a favor de La Guajira, mi experiencia legislativa y administrativa, que yo estaba en plena disposición de hacerlo. Y creí que ese mismo 30 de octubre terminaba todo lo sucedido durante la campaña política en el entorno de mis aspiraciones a ser Gobernador de La Guajira, incluidos esos torvos propósitos ya conocidos, empeño de fuerzas oscuras de atentar contra mí, ya que automáticamente cesaba lo que arbitrariamente, desde el punto de vista de quienes siguen concibiendo mi muerte violenta, pudo haber tenido carácter de justificación: mi aspiración política con los temores por parte de aquellos de que yo pudiera ganar.
¡Pero yo perdí las elecciones! Y hoy no estoy detrás de nada distinto a esperar una nueva oportunidad que la democracia me ofrezca para someterme a ella. Y si vuelve a no favorecerme, seguiré trabajando por La Guajira y tratando de subsistir y dándole un buen ejemplo a La Guajira.
Con la sinceridad que me caracteriza, Presidente, me permito manifestarle que no he promovido ningún proceso que se esté adelantando actualmente en contra de algún político de La Guajira —creencia en la cual, probablemente, se origina el incremento de las amenazas en mi contra— y que nunca he elevado una denuncia política contra nadie, incluso nunca he hecho una denuncia penal, salvo la que instauré contra algún coterráneo que, tras declararse mi enemigo personal motivado por lo que yo considero ‘la envidia política’, se ha dedicado a calumniarme y a tratar de desprestigiarme. Hasta donde sé, no tengo enemistades personales y me reafirmo en mi convicción de que cualquier situación contra mí o contra mis familiares, sólo tendrá un cariz político: no hay otra. Y si, a raíz del proceso que se adelanta contra algún político guajiro, se avinieren algunos resultados desfavorables para aquellos, tengo la certeza de que esos resultados serán definidos con autonomía, transparencia, responsabilidad y apego a la ley por las autoridades jurisdiccionales, a las que les corresponde actuar en Derecho. Pero yo no estoy metido en eso y, es más, tampoco estoy interesado en sus resultados.
Señor Presidente: como no puedo ser obsecuente con lo que me está sucediendo, con esta denuncia que hoy deposito en sus manos sólo pretendo salvar mi vida y dejar constancia, lo reitero, de que hoy día muchos son los que en La Guajira saben que quieren matarme. Pero, a pesar de todo, señor Presidente, La Guajira sigue siendo mi territorio.
No me escondo, aunque soy consciente de que debo recurrir a las más mínimas medidas de protección, en especial si mi aspiración es servirle a mi Departamento desde la instancia en que el Divino Creador lo designe. Quiero cumplir ese sueño y por ello invito a todos los que tienen la responsabilidad de orientar a La Guajira, a que depongan odios y rencores, a que destierren la violencia de sus corazones, a que trabajemos con inteligencia, en sana paz y recordando que siempre será responsabilidad de todos dar buen ejemplo a las juventudes, es decir, a nuestros hijos.
Como usted lo deducirá, señor Presidente, afronto un delicado trance, que me obliga a requerirle al Estado colombiano —usted a la cabeza, a la fuerza pública, a las entidades de investigación e inteligencia, a los organismos de justicia y de control tanto a nivel nacional como regional de La Guajira— que, con suma urgencia, se haga lo que sea menester, en el ámbito de la legalidad, para que se proteja mi vida y la de mi familia, con eficacia y determinación, debido a que sólo de esa protección depende que yo salga indemne de cualquier acción criminal en mi contra.
Respetuoso y cordial abrazo,
BLADIMIRO NICOLAS CUELLO DAZA
Excandidato a la Gobernación de La Guajira
Fonseca, junio 20 de 2012.
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