El cambio es ahora.

Por: Rafael Eduardo Lacouture.
Tal vez suene un poco a pastranismo el titulo, pero es perfecto para lo que en esta oportunidad se quiere mostrar.

Ahora mas que nunca esta claro, que no podemos, por ningún motivo seguir condenados a cometer siempre los mismos errores, no podemos seguir siendo victimas de nuestra propia historia, desde siempre en nuestro país han existido conflictos entre nuestras elites económicas y políticas con el resto de la sociedad discriminada por su pobreza, que además es excluida de toda oportunidad, llego la hora de apartarnos de la figura del estado paternalista, estado que como padre la única enseñanza que nos ha dejado, es acostúmbranos a la mendicidad, Lo que nada mas y nada menos significa que somos un país que ha renunciado a su dignidad. No solo tenemos mendigos en las calles; el estado tiene a la ciudadanía acostumbra a mendigar, ejemplo de ello es que aquí en Colombia los particulares y la empresa privada resultan siendo los que nos hacen el favor de ayudar a la gente que vive en las comunas, en los pueblos abandonados, en nuestras rancherías, en los barrios marginales, son aquellos los que satisfacen las necesidades básicas que tiene que suplir el estado, es justo aquí donde nuestra sociedad mendiga, pide y agradece cuando se le satisfacen sus necesidades y cuando se le garantizan sus derechos fundamentales, obligados claro esta, porque el estado no cumple con sus funciones porque no tiene dinero, ya que el limitadísimo grupo dirigente de nuestro país solo se dedica a malversar fondos, a malgastar y a robarnos la plata que todos pagamos por concepto de impuestos.


Nos esta haciendo falta carácter y decisión para construir nuestro propio futuro, donde nos veamos identificados con nuestras costumbre, en donde nuestra gente crea en sus instituciones, un futuro en donde nuestros pobres no se mueran de hambre. Empecemos al interior de nuestros pueblos a fomentar ideales e ideologías que nunca antes hemos tenido, a lo largo de la historia la humanidad se han dado lesiones de cómo se puede transformar un país por la voluntad general y colectiva de cambiar. Todos somos colombianos con infinitud de virtudes, las cuales solo podremos advertirlas en el momento que reconozcamos nuestros defectos. Debemos dejar aun lado negligencia y la estupidez con la que ahora han actuado nuestras clases dirigentes, para nadie es un secreto que se han pasado por la faja el ser coherente con el sistema democrático que pregona nuestra constitución, fundada en principios de igualdad de oportunidades y de respeto por la dignidad humana, pero como nadie se queja, nadie se revela la las elites económicas y políticas enfrenten la sociedad con un rostro bifronte, uno lleno de servilismo y deferencia para atender a los poderosos y otro abundante en arrogancia, crueldad e hipocresía para escuchar a los pobres. La eminentísima necesidad de cambio implica que todos junto seamos parte activa de un contrato social cuyo objeto sea desmontar lo que yo llamo falsos gobiernos.

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