Tomado de: www.elheraldo.co
Utilizar un cuchillo de cocina recién comprado y una jarra de agua de plástico para realizar la exhumación del cadáver, reflejó, según la jueza del caso, la mala praxis del perito.
De la sentencia que emitió la jueza 11 penal de Conocimiento de Bogotá, Paula Astrid Jiménez, salieron absueltas Laura Moreno y Jessy Quintero, las únicas acusadas por la Fiscalía de tener alguna responsabilidad en la muerte del joven guajiro, Luis Andrés Colmenares Escobar.
Sin embargo, quienes ahora serán objeto de investigaciones serán los primeros bomberos que realizaron la búsqueda del joven y el perito que realizó la exhumación y la segunda necropsia, Máximo Duque Piedrahíta, quien sostuvo que la causa probable de muerte de Luis Andrés podía ser un homicidio, y no un accidente, –como se había sostenido inicialmente-.
No obstante, a Duque, a pesar de su experticia -fue director del Instituto de Medicina Legal- la defensa lo acusó durante el juicio de haber realizado un procedimiento inadecuado, pues, según se lee en la sentencia, realizó la disección del cadáver de Colmenares en el cementerio de Villanueva (La Guajira) con un cuchillo de cocina grande, que se presume recién comprado -aún conservaba la etiqueta- y desprendió la cabeza del cuerpo, sin tener en cuenta los protocolos.
Todo ello podría resultar inaudito tratándose de un experimentado profesional como Duque, pero la juez del caso ordenó -acogiendo una solicitud de la defensa enviar copias para que el Consejo Superior de la Judicatura y la Fiscalía General de la Nación investiguen el accionar del médico forense. Al parecer, al mejor panadero también se le quema el pan.
En este punto, cabe resaltar que Máximo Duque es médico especialista en Medicina Forense y especialista en Antropología. Obtuvo una maestría en Derechos Humanos y Derecho Internacional del Conflicto Armado. Dirigió al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses entre 2004 y 2007, ha sido consultor internacional y, actualmente, es forense privado. Ha hecho 2.500 dictámenes periciales de autopsias y 2000 de clínica forense. Así las cosas, si hay algo cierto sobre Duque, es que se trata de alguien experimentado.
Su contraparte, Miguel Botella -el perito contratado por la defensa, cuyo perfil profesional se toma más de una página de la sentencia- fue quien criticó las actuaciones de Duque, pues “contradicen en absoluto a todo lo que mandan los protocolos nacionales e internacionales”, manifestó.
Un lugar inadecuado
Los procedimientos de exhumación y necropsia se realizaron en el cementerio de Villanueva. Se sacó el ataúd del nicho donde estaba y, de acuerdo con la juez, en las fotografías que soportan las actuaciones de Duque, se le observa trabajando en el lugar, sin trasladarse a recinto alguno. “(Duque) permaneció cerca de la tumba, al aire libre, sobre el suelo de tierra, diseccionando el cadáver con un cuchillo de cocina de gran tamaño, sobre los restos del ataúd y utilizando una caja de cartón como mesa”, se lee en la sentencia.
Al respecto, Botella dijo: “Se ha procesado el material en un cementerio en piso de tierra (donde se puede perder evidencia), se ha procesado el material de forma defectuosa”. Los restos, continuó, debieron haberse trasladado a una sala de autopsias o al menos a un lugar con una mesa e iluminación adecuadas.
Asimismo, manifestó que también habían personas caminando alrededor, lo que vulneró la intimidad y el respeto que se debe a un cadáver, según Botella.
“Vimos que si hacia sol se ponían paraguas y con personas alrededor que no se identifican en el informe; sin guantes, ni mascarilla, ni nada. La cadena de custodia está rota desde el comienzo. En estos casos, mantener la barrera biológica es imprescindible para evitar contaminación cruzada entre cadáver y personas. Me parece insólito”, aseveró.
En este punto, la jueza advirtió, como en casi todo el resto de sus consideraciones, que Botella tenía razón, puesto que la resolución 5194 de 2010, en su artículo 25 establece que, al hacer una exhumación en un cementerio, se debe: “Adecuar el lugar de exhumación con las medidas preventivas y de seguridad correspondientes, extraer el ataúd cumpliendo con las medidas de bioseguridad necesarias(…)”. Además, según el parágrafo 2 del mismo artículo, aunque se permite a los deudos (familiares o allegados) la asistencia de una sola persona para la identificación del cadáver o sus restos óseos, a este se le suministraran bata, guantes, gorro y tapabocas”. Y lo anterior, todo se infringió en el procedimiento.
Cuchillo de cocina recién comprado
Llama la atención que lo que utilizó Duque para hacer las disecciones al cadáver de Luis Andrés fue un cuchillo de cocina que, según Botella, era “recién comprado porque tiene la etiqueta; unas tijeras de disección, unas pinzas, y un jarro de plástico con agua. Nada más, absolutamente nada más”.
Con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, alegó Botella, “no solo es difícil sino imposible llegar a determinar alteraciones”.
Y Duque, además de usar ese material tan “rudimentario y tan burdo”, “arrancó” físicamente con las manos los restos de tejido del hueso. Eso altera en definitiva el hueso y puede presentar lesiones y otras cosas que tal vez no había”.
Contado por el propio Duque, y sustentado en las fotografías del juicio, quitó las suturas, hizo examen interno, hizo cortes en los miembros “para verificar hemorragias subcutáneas que no se hubiesen visto en la primera necropsia” y revisó la bolsa roja que contenía los órganos.
Al respecto, Botella criticó: “Empezó a quitar parte de la ropa, en un trabajo reglado hay que quitar toda la ropa. Ahora (describiendo las fotos) se está abriendo la cavidad torácica, se ve la bolsa roja que contiene las vísceras y, reiteró, hay presencia de personal”.
Además, continuó el experto de la defensa “se le ve cortando las costillas una tras otra. De esa manera, con ese cuchillo destruye gran parte de la evidencia”. Para Botella lo que en este punto se debió hacer fue cortar pequeños trozos que alteren en lo mínimo al cadáver y no destruir la evidencia, “como lo hizo Duque”.
Botella concluyó sobre este punto: “El procedimiento debería haberse hecho de manera minuciosa, no con un cuchillo de cocina tan grande. Se debió usar instrumental de disección, pinzas finas, etcétera, tomando muestras para examen histológico, no así al ‘tun-tun’, rompiendo 24 costillas”.
Decapitación
Luego, Duque procedió a retirar la cabeza del cuerpo y la llevó a una pequeña edificación, allí mismo en el cementerio. La limpió manualmente, según él, “sin causar ningún daño adicional”, la lavó con agua corriente y, después, la llevó al hospital de la localidad para tomarle radiografías.
Sobre el particular -dijo Botella- que la cabeza se trabajó sobre una caja de cartón, según las fotos: “Se ven dientes, piel arrancada, esto en el suelo, sin ninguna protección”.
El cuerpo sin la cabeza, prosiguió Botella, está en el suelo, los restos están “escurriendo por todas partes: restos de cartílagos y de vendas” y, reitera, “personas sin identificar, al lado, en plena escena” y añade: “Es como una foto de final de happy end”.
Sobre una imagen que muestra casi el final del procedimiento, dijo Botella “lo que se ve es un conjunto amorfo del material donde no se puede ver nada, y permite decir que ha habido una destrucción evidente de la evidencia”.
Y afirmó tajantemente: “Si hoy se necesitara examinar algo más, sería imposible, por la destrucción masiva que se hizo, ha habido un descontrol total”.
“Duque ocasionó las fracturas”
De acuerdo con la jueza Jiménez, salta a la vista que no se aplicó ninguna clase de rigor en los métodos, no se procedió de manera científica, ni se atendieron recomendaciones de lugar, implementos o herramientas apropiadas para este tipo de examen, ni condiciones medioambientales adecuadas, ni condiciones de seguridad que garantizaran la no alteración de la evidencia ósea. En cambio -aseveró-, se propició daño secundario y sí se modificó el estado original del cadáver.
Sobre las causas de la muerte de Luis Andrés Colmenares Escobar, los peritos intervinientes coincidieron en que fue por “asfixia por sumersión en agua, estando en estado de inconsciencia, producido por un severo trauma craneoencefálico y coadyuvado por una intoxicación etílica”.
Vale la pena recordar que de los procedimientos realizados por el doctor Máximo Duque fue que se desprendió la tesis de que a Luis Andrés lo habían golpeado, puesto que, además de las lesiones a causa de la contusión (resultado del posible choque del rostro contra el suelo del caño de El Virrey), él había encontrado lesiones en los párpados ocasionadas con un “elemento cortante fino”. De aquí que luego se empiece a mover la hipótesis de que lo golpearon con una botella.
No obstante, opinó distinto la patóloga forense de la defensa, Yocasta Brugal: “Las lesiones se produjeron por un objeto contundente, que bien puede ser el suelo. Las inframentonianas no se producen por mecanismo corto-contundente sino son resultado de una fricción contra superficie dura. No se ve ninguna lesión que no sea compatible con una caída”.De igual forma opinó el médico Botella.
Luego de valorar los conceptos de los tres peritos la jueza descartó los de Duque y afirmó que “le quedó claro al despacho que las lesiones de tejidos blandos en cara se produjeron por mecanismos contundente, corto-contundente y por fricción”. Es decir, el borde del hueso frontal al chocar con una superficie dura puede actuar a manera de filo y cortar la piel. “No hay incisiones ni intervención de elementos cortantes”, puntualizó.
De hecho, en este punto Jiménez citó al perito Botella, quien “opina que las lesiones en región malar y la inframentoniana pudieron corresponder a lesiones producidas por arrastre del cuerpo”.
Tras su procedimiento, Duque registró 8 fracturas: fractura zona frontal, lado derecho, zona media y zona izquierda; fractura en órbita izquierda; fractura en órbita izquierda; fractura en huesos de la nariz; fractura en maxilar derecho; fractura en zona maxilar debajo de la órbita izquierda; fractura maxilar derecho y fractura en paladar.
Sin embargo, Botella afirmó que no todas eran originales, sino que habrían sido ocasionadas por Duque en la segunda necropsia.
Respecto a esta delicada afirmación, Jiménez reiteró: “Quedó plenamente demostrado ante este juzgado que se alteró la evidencia al ocasionar nuevas fracturas al macizo facial por el arrancamiento inapropiado del tejido momificado y que se perdieron varios pequeños fragmentos óseos”.
Y sentenció: “Lo que resulta realmente reprochable esvque el experto, en lugar de dar cuenta de ellos y advertir a la audiencia lo anterior, lo ocultó y lo utilizó para convencer en el juicio que todos los hallazgos de la segunda necropsia eran originales y habían ocurrido en vida, cuando realmente sucedieron post-mortem (después de la muerte)”.
Hemorragias en el cuello
De acuerdo con el testimonio brindado por Duque, la presencia de hemorragias en el cuello de Luis Andrés -no informadas en la primera necropsia y materializadas en manchas oscuras- indicaba que recibió golpes en la cara con tanta fuerza que su nuca fue empujada hacia atrás causando daño en músculos y tejidos blandos alrededor de las vértebras cervicales, los cuales sangraron.
Sobre este punto, Brugal, la patóloga forense de la defensa dijo: “Lo que se interpretó como manchas negras que correspondían a hemorragia son realmente cambios de putrefacción”. Y, aunque no negó que sea posible encontrar hemorragias después de 11 meses de muerte, “tendría que demostrarse por medios microscópicos”. Lo que no hizo Duque. Y, en esa misma línea se pronunció la togada del caso, quien advirtió: “La omisión del perito al no examinar microscópicamente el material negruzco, y ello, unido a la mala práctica para realizar la disección del cuello, impide al despacho determinar si había o no hemorragias cervicales”. “Se reprocha nuevamente al médico Duque, quien, de forma ligera, realizó afirmaciones que inducen a personas legas en medicina (no profesional) a pensar que efectivamente Luis Andrés sufrió unos golpes sobre su cara”, puntualizó.
Ahora Duque tendrá que responder al máximo tribunal de lo disciplinario y al ente acusador por lo que, según la jueza del caso y la defensa, fue una mala praxis.
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