Hambre en comunidad indígena, Extinción de niños wayúu


El 68% de la población guajira está constituida por personas de la primera infancia, adolescencia y juventud. De estos la desnutrición endémica afecta especialmente a los niños de cero a cinco años.
Unas 805 millones de personas no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa, es decir una por cada nueve personas, y 842 millones están subalimentadas y estas en su gran mayoría viven en países en desarrollo donde el 13,3% presenta desnutrición. Asia y África subsahariana son las zonas más altamente golpeadas por este flagelo que causa el 45% de las muertes en niños.
En América Latina este mal está muy presente a pesar de alcanzar una buena producción de alimentos, lo que significa que la desnutrición sigue ligada a procesos sociales de pobreza y exclusión de grandes sectores de la población, que para el caso representa 47 millones de habitantes. No obstante Venezuela acaba de recibir el reconocimiento de la FAO por sus avances en la lucha contra el hambre en los últimos 15 años al pasar de un 13,5% a un 5%.
En Colombia esta calamidad golpea a diversas regiones. Hoy en la población wayúu. El 68% de la población guajira está constituida por personas de la primera infancia, adolescencia y juventud. De estos la desnutrición endémica afecta especialmente a los niños de cero a cinco años. Javier Rojas Uriana, representante de la Asociación de Autoridades Tradicionales Wayúu, afirmó categóricamente que “en los últimos cinco años han muerto más de 4.700 menores por desnutrición y esto solo mostrando el 45% de las rancherías, ya que por falta de recursos no pudimos llegar a todas…”
Las cifras de los niños muertos por desnutrición siguen siendo disímiles entre las entidades del Estado que tienen por mandato legal velar por la salud y la vida de los colombianos, los habitantes de la región y quienes observamos de cerca esta calamitosa situación.
“El DANE registra que por cada mil menores nacidos vivos en La Guajira en el año 2102, 31,6% murió. Y de cada mil niños menores de cinco años nacidos vivos ese mismo año, 38,9% falleció, sin precisar la causa de la muerte”. El Estado dice cumplir con sus campañas desde el ICBF llevando “una bolsita de leche y un pancito” que muchas veces enferma a los niños que la consumen, por estar en mal estado.
Igualmente descargan la responsabilidad de estas muertes en la falta de compromisos de las familias que, además de sobrevivir en extrema pobreza, padecen por ausencia de hospitales y puestos de salud bien dotados de medicamentos a costos racionales y con médicos permanentes, falta de agua potable y alcantarillado. Mientras tanto los niños wayúu van rumbo a la extinción por indolencia estatal, por este malestar de la corrupción política administrativa y por falta de una solidaridad auténticamente humanitaria.
Por Rubén Darío Arroyo Osorio
Fuente: Semanario Voz

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