Las jugarretas políticas

Por: Aliskair De La Hoz.
“Voltearepismo”, “ transfugismo”, “parapolítica”, “farcpolítica”, “yidispolítica”, todos esos calificativos que los “cachacos” a través de los medios le han puesto a los sucesos políticos actuales, ya se han convertido en el pan de cada día, tanto así que hasta un pequeño de cinco años identificaría a qué o quiénes nos estamos refiriendo.

Observar los vicios que se dan en la política y que se conjugan con los “micos”, “elefantes” y muchos más animales que componen el gran zoológico de nuestra clase política actual y la del pasado, y que con las reformas no se ha llegado a la madurez necesaria para considerar que tenemos una sana democracia en nuestro país.

Lo que se ve en el departamento y en el municipio no está lejos de esa cultura que nos han inculcado desde el nivel central, y es asombroso ver como un escudero, un defensor de sus ideas, como el abogado experto en temas electorales, José Abuchaibe, después de conocer el fallo del Consejo de Estado y que se dio a favor del actual gobernador Jorge Pérez Bernier, por todo el proceso que cada guajiro conoció al pie de la letra, anuncie oficialmente que se pasa del partido Liberal a La U, por razones que aún no quedan claras, hacia allá camina el senador Jorge Ballesteros Bernier quien sin hacer absolutamente nada, quiere ser reelegido, y así muchos movimientos se vienen dando y todos los que se van a dar entre ellos quienes se reunirán en bufetes y parrandas, a repartirse los votantes como cheques en blanco .

Ver líderes del partido Liberal desfilando por otros partidos para ajustarse a los cambios en los procesos electorales; Conservadores apoyando Liberales, los del Polo pensando en unirse con Liberales y de Cambio Radical para hacer oposición al hoy tan fuertemente consolidado partido de La U, parece un juego de Sudoku, y es así, no hay intereses colectivos ni proyectos políticos definidos para el desarrollo de las sociedades. Lo que hoy día estamos viendo es el circo más ridículo que nos han montado estos animales de la democracia.

Pero lo lamentable es que estos “líderes infames” hoy por hoy se han convertido en el peligro social más grande de nuestro país, aún más que el AH1N1, que se puede controlar, pero no se conoce realmente como se controlan los intereses particulares, la ambición y el descaro que conducen al descalabro del desarrollo de éstos personajes de corbata y amplia sonrisa. Los padres de la patria que tenemos en el congreso, son mejores negociadores que los que existieron en Maicao, entonces porqué juzgar a los aprendices que tenemos en las asambleas y en los consejos municipales si estamos en el permisivismo total.

Da tristeza como el pueblo sale cada vez más a entregar los intereses a personas particulares, sin preparación, sin ideas, sin metas diferentes a los de el enriquecimiento particular, así fácilmente se les pierde el respeto y se genera apatía del pueblo para participar en los procesos donde realmente son los que deciden, pero lamentablemente se decide mal, sólo para ver en escenario las jugarretas de nuestros grandes políticos, depositar esperanzas en ellos es como depositar la confianza en una prostituta, y hasta creo que nos iría mejor en el segundo caso.

2 Comentarios

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  1. Voy a ser lo mas respetuoso posible para tratar que se publique el comentario: de entrada se siente en la columna un resentimiento social muy grande por parte del autor, ademas es un hecho que los politicos no nos encañonan y que finalmente el pueblo elige a los que quiere sin importar si son o no los mejores, y por ultimo somos los ciudadanos quienes tenemos que empezar por cambiar nuestra actitud sobre todo en epoca electoral, porque si seguimos vendiendo el voto no tenemos a quien quejarnos y hasta quienes se rasgan las vestiduras han recibido su "tajadita" de los politicos de turno

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  2. Definitivamente este es un tema de nunca acabar. Sin embargo, rechazo el anterior comentario por su clara intención de desviar el tema mediante la exoneración de los líderes porque, según él, la culpa es del pueblo; así como a través de un sutil señalamiento al columnista por su filiación política. ¿Por qué tenemos que rechazar la verdad? Más bien debemos asumirla para ver cómo la cambiamos.

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