Un propósito común

La Guajira y Riohacha todavía no han hecho lo pertinente. No hay un norte claro. Ni políticas, ni visión compartida. Ni plan de ciudad que trascienda los simples periodos gubernamentales y que le permita a la capital de nuestro Departamento saber para donde va.


Por: Hernán Baquero Bracho 

Unas de las grandes falencias que arrastraba Colombia, era la falta de un interés nacional que aglutinara las voluntades y los recursos del conglomerado nacional. Por fortuna, uno de los haberes que puede relucir a toda pompa el Presidente Juan Manuel Santos es, precisamente, ese. Reunir en torno al propósito nacional de crecimiento económico, combate de la corrupción, la violencia y el clientelismo, disminuir la pobreza y la equidad a la mayoría de un pueblo. El pueblo colombiano.

Al igual que Colombia con Santos a la cabeza, Bogotá con varias administraciones distritales a cuestas también trazó un norte, fijó el timón y presionó el acelerador. Lastima que con la administración del polo democrático, la ciudad capital se vino al traste en todos los ordenes, por todos ya conocidos y que de nuevo se necesita un nuevo timonel para que enderece el camino torcido.

La Guajira y Riohacha todavía no han hecho lo pertinente. No hay un norte claro. Ni políticas, ni visión compartida. Ni plan de ciudad que trascienda los simples periodos gubernamentales y que le permita a la capital de nuestro Departamento saber para donde va.

Propósitos comunes – en el ámbito local, municipal y departamental – que sean aprehendidos por la comunidad en general, con sentido patriótico y de pertenencia, no hay.

Pero debe haberlo, o mejor aun, construirlo en torno a los recursos naturales que posee que en la mayoría de los casos no los supimos aprovechar, al contrario los dilapidamos y los atomizamos en el clientelismo de marras. Ya no hay que llorar sobre la leche derramada. Tantas bonanzas y los índices de pobreza están muy por encima de la media nacional. También alrededor de la agricultura pero ante todo de la agroindustria, con, entre otros, la palma de aceite, el banano orgánico, algodón, arroz, frutales, hortalizas y nuevos cultivos de tecnología de punta.

Propósitos comunes han de construirse pero en escenarios participativos e incluyentes en mesas de trabajo donde brille la argumentación, las propuestas, el análisis y la acción. Es hora de trazar entre todos la bitácora de vuelo, socializarla y entronizarla. Se acerca un nuevo periodo electoral y que mejor ocasión para establecer propósitos comunes en bien de La Guajira, no hay más o le colocamos el acelerador o quedaremos rezagados en la historia. Y los tiempos que vienen son de cambio no de retroceso, no de estancamiento. Debemos ser superior a esos nuevos tiempos donde reformas de regalías, región fortalecida, apertura mental y económica, así lo están pidiendo.

Propósito común también puede ser para el caso de Riohacha, una oportunidad de cambio que de verdad le de aire de ciudad a una villa que no la tiene. No por culpa de ella, si no por los gobernantes que ha tenido. Dibulla, con su despegue de Zona Franca Brisa y su puerto, donde se establecerá una zona agroindustrial. Y de la zona costera de Riohacha a Uribia, hay que dinamizar y poner en práctica, las diez mil hectáreas aptas para la canaricultura, a través de una oferta internacional para que inversionistas privados se establezcan acá, como sucede en el Ecuador y nuestros indígenas sean socios participativos en esta gran empresa.

Todas estas propuestas serán un instrumento de generación de desarrollo económico a través de la concurrencia del capital privado en forma de nuevas inversiones; capital que será beneficiado con ventajas fiscales, tributarias y laborales.

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