Wilson Ustariz

Villanueva ha perdido un connotado profesional, un esposo irrepetible, un padre ejemplar, un hermano inigualable

Por: Hernán Baquero Bracho

La muerte es cosa fregada. A diferencia de los Hindúes que nacen y se preparan para ella, nosotros los occidentales no nos acomodamos a ser unos cuerpos inertes. Para el ser humano es doloroso, que nos llena de tristeza y de nostalgia cuando un ser querido nos deja y más cuando sin previo aviso nos sorprende. Eso ha sucedido a quien en vida se identificó como Wilson Guillermo Ustariz Mendoza, uno de los mejores profesionales que ha parido Villanueva. La muerte lo sorprendió en la madrugada del domingo 15 de mayo de un paro cardíaco en la ciudad de Riohacha, ciudad que lo acogió y le dio toda su grandeza en todo su esplendor a un brillante profesional.

La noticia dejó desconcertados a todos, especialmente a su familia, a su inseparable esposa Fénix Guerra Torres y sus hijas; a sus hermanos y ni que decir de su viejita querida a quien tanto amó y a la que tanto idolatró y a su hija Daysi: Wilson era el líder de su familia, familia muy unida que siempre se ha destacado por su moralidad, rectitud y una amistad sin igual. A sus compañeros de docencia de la Universidad de La Guajira, donde dejó huellas indelebles como decano y como profesor. La Uniguajira fue su alma y su ser en todo lo bello que vivió como ser humano excepcional. A sus paisanos donde fue muy apreciado, querido y admirado, que Wilson no sabía del cariño que le profesaban los Villanueveros y ello quedó demostrado el día de sus exequias donde lo acompañaron a darle el último adiós, un torbellino de gente de toda La Guajira, más de mil personas y los sentimientos encontrados se manifestaron dentro de la Iglesia Santo Tomás, oradores de la talla de José Cuadrado Botello, del ex alcalde Narciso Guerra Torres, Dayana Vega Ustariz, Zenair Fragoso, Emiro Alberto Ustariz Camelo, entre otros.



Y a sus amigos, entre quienes se encontraba el suscrito, que una semana antes habíamos tenido una charla larga en las oficinas de la Secretaría de Desarrollo Económico, donde me contaba de sus planes, que estaba disfrutando su año sabático, que había comenzado a escribir un libro que sería auspiciado por la universidad de La Guajira y estaba adelantando un estudio sobre briquetas de carbón con otros dos docentes de la misma universidad y se sentía feliz porque el gobernador Jorge Pérez Bernier, se lo había aprobado y este estudio lo haría a través de la Secretaría de Desarrollo Económico. Respiraba por los poros los aires de un soñador, una alegría contagiosa que transmitía y esa seguridad que mostraba en el dialogo fluido. Hombre sin tacha, sin mácula, moral en todo el sentido de la palabra.

Wilson Ustáriz Mendoza, era ingeniero industrial de la UIS de Bucaramanga, fue bachiller de la primera promoción que tuvo el colegio insigne Roque de Alba. Cuando inicié el bachillerato, en el mismo colegio, él estaba en la primera promoción, nosotros los del 1ª sentíamos una admiración tremenda de esos primeros bachilleres que tuvo nuestro inolvidable colegio. El día de sus sepelio muchos de sus compañeros estaban ahí en primera fila: Yolandita Quintero, Roberto Daza Urbina, entre otros.

Villanueva ha perdido un connotado profesional, un esposo irrepetible, un padre ejemplar, un hermano inigualable o si no que lo diga el Cacha, que lo diga Miro, que lo diga Martha y Cecilia, que lo diga Songo. La universidad ha perdido un brillante docente, un excelente investigador, sus amigos la amistad de un hombre que lo daba todo por ella. Duele su partida, pero su legado debe continuar en bien de las nuevas generaciones y sus hijas se encargarán de continuar con la semilla que él sembró con sus buenas acciones. Paz en tu tumba.

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